Aprobado por el Consejo de Ministros el Plan Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo 2024-2027
Santander, 3 de mayo. La prevalencia del consumo de tabaco en España se ha ido reduciendo de forma gradual en las últimas décadas, especialmente cuando se han implantado medidas centradas en la prevención del tabaquismo.
Según ha informado el Ministerio de Sanidad en nota de prensa, el Consejo de Ministros ha aprobado el Plan Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo 2024-2027 con el fin de reducir la prevalencia del consumo de tabaco y productos relacionados, así como minimizar la exposición ambiental a sus emisiones.
El tabaco es el causante de cerca de 50.000 muertes al año y su consumo está asociado con la aparición de 35 enfermedades como el cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares, diabetes o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Este plan, elaborado de manera coordinada con las diferentes Comunidades Autónomas y sociedades científicas, busca evitar que los jóvenes empiecen a fumar, ayudar a los fumadores que quieren abandonar el hábito y cuidar el aire que todos y todas respiramos.
Principalmente, el programa va a equiparar la regulación de los cigarrillos eléctricos y los productos relacionados del tabaco (con y sin nicotina) a la regulación del tabaco tradicional; aumentar los espacios de libres de humo; prohibir los dispositivos de un solo uso; impulsar la investigación sobre el tabaquismo y su impacto en la salud, reforzando la evidencia sobre el efecto de los nuevos dispositivos; proponer la incorporación a las prestaciones farmacéuticas aquellos medicamentos adecuados para el tratamiento de la adicción al tabaco; y colaborar con las entidades locales para impulsar el desarrollo de ordenanzas municipales de prohibición de arrojar colillas en vías públicas y espacios naturales.
La disminución de la prevalencia ha tenido descensos más acusados en años donde se implantan medidas enfocadas a la prevención del tabaquismo como los modificadores del marco legislativo que impliquen una ampliación de los espacios sin humo, la presión fiscal o restricciones en publicidad y promoción del tabaco, además de programas concretos para la cesación del consumo.